$750,000.00 Liquidación

Un anciano que vivía en una residencia empezó a quejarse de dolor en la pierna. La familia notó que tenía el pie caliente y avisó al personal de la residencia. Aunque en los registros de la residencia consta que se llamó a la doctora, ésta nunca acudió a evaluar la pierna. La doctora declaró que nunca recibió la llamada en su consulta. Durante las dos semanas siguientes, la residencia de ancianos documentó la aparición de estrías rojas desde el pie hasta la rodilla, dolor creciente en el pie y la pierna, y piel negra y podrida en los dedos. Aunque finalmente lo enviaron al hospital, no fue a tiempo. El hombre estaba gravemente deshidratado y la falta de riego sanguíneo en el pie le había provocado una grave gangrena. Le amputaron la pierna y murió de la tensión aproximadamente un mes después. El personal de enfermería declaró que el centro carecía de personal suficiente, que no tenían tiempo para prestar cuidados de calidad a los residentes, que se habían quejado a la dirección de la situación y que ésta se había negado a aumentar el personal. La residencia alegó que haberle prestado atención antes no habría cambiado nada en su evolución.